Miles de inmigrantes exigen
cese de redadas y deportaciones

 
01 de mayo de 2007

Washington - Miles de manifestantes de todo EE.UU. exigieron hoy el cese de las redadas y deportaciones contra los inmigrantes ilegales y la legalización de la población indocumentada.

Mientras ondeaban banderas de EE.UU. y de países latinoamericanos y gritaban consignas de "¡Sí se puede!" o "¡Bush, escucha el pueblo está en la lucha!", los manifestantes participaron en protestas en al menos 90 ciudades con alta población inmigrante para presionar al Congreso de EE.UU. a que apruebe este mismo año una reforma migratoria integral.

Escogieron el 1 de mayo, fecha en la que buena parte del mundo celebra el Día del Trabajo -menos EE.UU., que lo hace el primer lunes de cada septiembre- para destacar las contribuciones de los trabajadores inmigrantes al crecimiento económico del país.

Pero, al revés de 2006, cuando tuvieron como detonante una propuesta republicana que convertía en delincuentes a los indocumentados en el país, las marchas de hoy, salvo en Chicago o Los Ángeles, carecieron del fervor del año pasado.

En Chicago, la Policía calculó que alrededor de 150.000 personas salieron a las calles para exigir la legalización de los indocumentados. Aun así, esa cifra estuvo muy alejada de los cerca de 700.000 manifestantes del año pasado.

En esa ciudad, el foco de atención está en el caso de la mexicana Elvira Arellano, quien se ha refugiado desde el año pasado en una iglesia metodista junto con su hijo de ocho años y nacido en este país.

Su caso representa el drama que viven miles de familias clandestinas en todo el país y que, precisamente por falta de papeles, están sujetas a la deportación y la separación de sus familiares, según activistas.

En Los Ángeles, las primeras cifras facilitadas por la policía daban cuenta de unas 2.000 personas en el bulevar Olympic esquina con Broadway, en el corazón de la ciudad. La cifra contrasta con la de 650.000 manifestantes conseguida el pasado año.

Pero el temor a las redadas, y la fragmentación de los grupos organizadores, explica en parte la escasa participación de los latinos en Washington que, con apenas unas 300 personas no lograron llenar un parque emblemático de la capital, del tamaño de un campo de fútbol.

Los inmigrantes no salen porque "la represión y las redadas están teniendo un impacto y se ve no sólo en esta marcha, sino también en las escuelas, parques y clínicas, que no frecuentan por temor a ser deportados", explicó el médico salvadoreño Juan Romagoza, director de la Clínica del Pueblo.

"Nos vienen prometiendo la reforma desde hace años y el Congreso no arregla la situación", agregó.

El doctor convertido en activista resumió así la inercia que hay en el Congreso sobre cómo resolver el problema de la inmigración ilegal en EE.UU., sin ofrecer una "amnistía" que cause la repulsa de los conservadores pero que beneficie a los indocumentados que cumplen con un mínimo de requisitos.

Las marchas de familias enteras, al parecer, no hicieron mella en el Departamento de Seguridad Nacional (DHS), encargado del cumplimiento de las leyes de inmigración.

El titular del DHS, Michael Chertoff, dijo a la cadena CNN que las autoridades tienen que aplicar las leyes por igual, aunque los indocumentados tengan hijos nacidos en EE.UU.

Sin embargo, expresó su esperanza de que el Congreso apruebe una ley de reforma migratoria "justa y razonable" este año, tal como lo ha pedido el presidente George W. Bush.

Bush ha reiterado muchas veces -y lo hará de nuevo en una iglesia evangélica este jueves- en que el país necesita un plan de trabajadores huéspedes, el refuerzo de la seguridad fronteriza y la legalización de buena parte de la población indocumentada.

Se prevé que el Senado comience a debatir varias propuestas sobre la mesa a mediados de este mes, pero los demócratas insisten en que Bush debe invertir más capital político en el asunto. EFE

 
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